Música

miércoles, 30 de enero de 2013

Salida

Solamente lágrimas salían. Yo no las había mandado llamar, se presentaron sin avisar. Esa sensación de creer que no correspondes a ningún lugar. Esa sensación de querer tirar una bola de humo y desvanecerte...

miércoles, 2 de enero de 2013

De vuelta con el sexo...

Volvía de nuevo esa sensación de no saber qué rumbo estar tomando. Había estado pensando demasiado en tantas cosas que me afectan directa o indirectamente que pensaba que nunca iba a volver a la normalidad cerebral. Tenía la opción de continuar viviendo una vida edulcorada por los demás, o comenzar a valorarme con lo que ello suponía.

El autoestima rige toda nuestra vida. De cómo y cuánto nos queramos a nosotros mismos va a depender cómo lo hagamos con los demás. ¿Dónde está realmente la separación entre "auto-" y "ajeno-estima"?. 

Quien requiere una continua valoración no tiene autoestima. Existen personas que tienen objetos parlantes a su alrededor que utilizan como brújulas hacia el siguiente "paso". Esos objetos no son ni por asomo personas; no tienen sentimientos: se usan y se vuelven a guardar, o se tiran. Es una situación injusta porque la realidad es que ese objeto es una persona que también siente y padece, pero que en este caso funciona cual marioneta. Es importante saber diferenciar entre las personas que tienen brújulas y las que tienen amigos. Es fácil. Las brújulas tarde o temprano cumplen una función guía y desaparecen. Los amigos al contrario están siempre presentes en nuestra vida y podemos sentir verdaderamente por ellos. Por un amigo eres capaz de cualquier cosa; por una brújula no das nada, hay muchas.

Podríamos intentar comprender qué pasa por la mente de los cazadores de brújulas. Supongo que debe ser una mezcla entre que no encuentran sentido a sus vidas y que haciéndose querer recuperan momentáneamente ese sentido. Es frustrante porque tienen una vida plana en la que no desean que nadie ni nada cambie por lo que el propio cambio les supone. 

La valoración de una persona evoluciona con el transcurso de la amistad. Yo te quiero muchísimo, nunca te olvides.

domingo, 4 de noviembre de 2012

La feliz y triste realidad


Te das cuenta de lo que verdaderamente es felicidad, y la puedes distinguir de aquellas cosas que antes te obligabas a entender como felicidad. La felicidad no es una cosa o la suma de varias cosas. La felicidad es una mezcla indivisible de sentimientos, sensaciones y vivencias. La presencias y a la vez eres partícipe de la felicidad. La puedes tocar, la puedes sentir, pero a la vez no puedes manipularla a tu antojo. Tú no sabes cuándo vas a sentir felicidad; tampoco sabes cuánto va a durar, ni siquiera si lo que estás viviendo es verdaderamente felicidad. La idea de felicidad está totalmente en potencia de ser conseguida, pero desconoces la combinación secreta que puede liberarla.

La tristeza se vive de una forma radicalmente opuesta. Tienes el poder de  invocarla en cualquier momento. Ella vendrá a ti y te permitirá poder liberarla por motivos no entremezclados: sólo quiere una excusa. Además, tendrás la oportunidad de definir cuánto deseas que dure esa sensación de infelicidad. 

Lo cierto es que no hay una consecución lógica entre felicidad y tristeza: cuando termina una no empieza la otra. Son ideas casi opuestas. La prueba de ello es que se puede ser feliz tristemente y estar triste felizmente. 

Tristeza es lo que debe sentirse tras follar: vacío. Felicidad es lo que inunda tu cuerpo después de hacer el amor.

domingo, 24 de junio de 2012

Reflexión gritada

Tenía que comenzar a asumir que toda mi vida era irreal. No era una persona con la capacidad de sentir de verdad, sólo que no quería que nadie me descubriera. Vagaba por el mundo intentando encontrar momentos que me hicieran feliz de verdad, que me dieran una enorme porción de felicidad, al igual que cuando te metes un pedazo enorme de pastel de chocolate: todo el placer viene de golpe, y perece rápidamente.

No he decidido sentirme así. No he decidido ser así. Lo cierto es que no sé si mi existencia vale la pena por esos momentos "feligaces".

Es por eso, que volver a hablar con él era muy complicado para mi. No sentía nada real. Era todo una farsa. Por mucho que quisiera empeñarme en hacerle sentir placer, yo no sentiría nada porque carezco de sentimientos.

El sexo es el acto que conozco que me proporciona una porción más duradera de felicidad. En parte porque su duración depende de los interactores.

Hoy quería morirme. Hoy quería nunca haber existido. Sí, desaparecer.

martes, 5 de junio de 2012

Reflexión 1 en silencio

Me había costado mucho asumir que estaba de nuevo en la tierra. Me planteé reanudar la sesión de placer, pero ahora estaba pensando: la sangre no volvería a bajar.

La vida siempre había sido fácil para mi. Todo lo había reducido a hacer siempre lo que quería en el momento en el que quería. Pero había cambiado. Notaba que  mi muerto cerebro estaba ahora recuperándose. Notaba que mi corazón comenzaba a latir de nuevo porque un estímulo lo había prendido. Notaba que el placer sexual al que llegaba no tenía ni punto de comparación con el de antes: ahora volaba.

La vida siempre había sido difícil para mi. Años de vida con la sensación de vivir  de manera hedonista. Todo se traducía en placer; y el placer era siempre sexual. Sin poder tener amigos porque no me daban placer. Con numerosos amantes a los que acababa rompiendo el corazón. Porque yo no tenía corazón.


Quise dormir. Cerrar los ojos y poder despertar a la mañana siguiente sin que estas sensaciones hubieran hecho modificación alguna en mi personalidad. Sabía que no era posible. 
Quise morirme. Tirarme por la ventana con los ojos cerrados para no tener que rendirme cuentas nunca más. Pero no quería morir.

Lo único que deseaba era seguir viviendo, seguir sintiendo. Hablarle.

lunes, 4 de junio de 2012

... Fly


Entonces me encontré flotando en la cama. Lo agarré con fuerza y lo agité de manera intermitente: movimientos suaves que llevaban a batimientos bruscos. Estaba encerrado en esa espiral de sensaciones que te impide pensar en otra cosa. Tuve un gran déjà vu que me hizo parar un segundo. Lo dejé atrás y continué sintiendo como antes.


Deseé que durase eternamente. No sentía absolutamente nada bajo mi cuerpo. Flotaba en mitad del universo como rendido a los placeres de la carne. Temía despertar de ese sueño porque las sensaciones se iban haciendo cada vez más inexplicables. Con el paso del tiempo mi cuerpo no era mío.

Ya no sentía mis manos: todo sentimiento era placer. Un placer continuo que recorría todo mi cuerpo. Llegaba a su fin pero pretendía prolongarlo. Pretendía prolongarlo pero no era dueño de mis manos, no era dueño de mi cuerpo. Mi miembro comenzó a palpitar rápidamente, y lo siguiente que recuerdo es cómo la ola de la vida salía rápidamente y en todas direcciones. Recuerdo emitir un gemido ahogado, como de auxilio.

Aterricé.

Andare

Cerré los ojos de nuevo. Cuando los volví a abrir me propuse no pensar de nuevo en lo sucedido. Puse un pié en el suelo, luego el otro, y acto seguido me erguí por completo. Volví a poner rápidamente la ropa sobre mi cuerpo. Fui hacia la puerta, cogí las llaves y salí al rellano. No estaba. Bajé las escaleras hasta llegar al portal donde mis pensamientos volvían a intentar confundir a mi corazón. Aplacados.

Salí a la calle mirando a ambos lados. No sabía donde ir. Pensé en ir hacia la izquierda. Lo hice. Estuve caminando por diferentes calles en ese rumbo pero no le veía. Me frené en seco. Los pensamientos luchaban por hacerme entrar en razón. Volví a casa.

Me acosté en la cama. Suavemente comencé a desvestirme hasta permanecer totalmente desnudo encima de la cama. Toqué con fuerza mi miembro. Quería sentirme como antes y eso era lo único que me volvería a convertir en lo que era. Noté como cada vez su tamaño iba aumentando, me excitaba pensar en que  cada cuerpo cavernoso se estaba llenando con sangre que provenía de mi mente pensativa. Notaba la falta de pensamiento y su actividad contráctil.

Continué acariciando todo mi cuerpo: tocaba mi cabello, acariciaba suavemente mi cuello, dejando bien posicionados todos los dedos. En mi pecho intentaba entrelazar mis dedos con mi vello, mientras continuaba bajando hacia mi ombligo. La otra mano permanecía en mi miembro, como si intentase transmitirle todas las sensaciones que estaba experimentando. Cuando ambas manos se cruzaron en mi miembro, sentí ganas de gritar del placer. Con una sujeté mi miembro y con la otra el saco seminal. Deseaba que toda la vida que encerraba brotara a la superficie.