Música

miércoles, 2 de enero de 2013

De vuelta con el sexo...

Volvía de nuevo esa sensación de no saber qué rumbo estar tomando. Había estado pensando demasiado en tantas cosas que me afectan directa o indirectamente que pensaba que nunca iba a volver a la normalidad cerebral. Tenía la opción de continuar viviendo una vida edulcorada por los demás, o comenzar a valorarme con lo que ello suponía.

El autoestima rige toda nuestra vida. De cómo y cuánto nos queramos a nosotros mismos va a depender cómo lo hagamos con los demás. ¿Dónde está realmente la separación entre "auto-" y "ajeno-estima"?. 

Quien requiere una continua valoración no tiene autoestima. Existen personas que tienen objetos parlantes a su alrededor que utilizan como brújulas hacia el siguiente "paso". Esos objetos no son ni por asomo personas; no tienen sentimientos: se usan y se vuelven a guardar, o se tiran. Es una situación injusta porque la realidad es que ese objeto es una persona que también siente y padece, pero que en este caso funciona cual marioneta. Es importante saber diferenciar entre las personas que tienen brújulas y las que tienen amigos. Es fácil. Las brújulas tarde o temprano cumplen una función guía y desaparecen. Los amigos al contrario están siempre presentes en nuestra vida y podemos sentir verdaderamente por ellos. Por un amigo eres capaz de cualquier cosa; por una brújula no das nada, hay muchas.

Podríamos intentar comprender qué pasa por la mente de los cazadores de brújulas. Supongo que debe ser una mezcla entre que no encuentran sentido a sus vidas y que haciéndose querer recuperan momentáneamente ese sentido. Es frustrante porque tienen una vida plana en la que no desean que nadie ni nada cambie por lo que el propio cambio les supone. 

La valoración de una persona evoluciona con el transcurso de la amistad. Yo te quiero muchísimo, nunca te olvides.

No hay comentarios:

Publicar un comentario