Música

lunes, 4 de junio de 2012

Eros

Ese día se fue de casa por petición mía. Yo estaba muy enfadado conmigo mismo. Siempre me exigía a mi mismo que lo que comenzaba tenía que llegar a término, pero no había podido. Se había mezclado en mi camino otro sentimiento diferente al del placer sexual. Ese sentimiento pretendía modificar todos mis instintos ya establecidos en mi personalidad y en mi rutina. Estaba muy enfadado porque eso no era posible. Yo no soy así. Yo no siento eso.

Quería salir corriendo tras él, pero era imposible. Comencé a gritar. Sonidos que salían por mi boca sin ningún tipo de sentido. Mi corazón cada vez se aceleraba más y más y yo no podía pararlo. Mi cabeza explotaba en deseos de razonar por lo sucedido. Mi corazón aplacaba a mi pensamiento. Yo no quería que ninguno ganase. No, por favor créeme que no quería que ninguno saliera triunfante porque puede que me gustase esa sensación.

El ardor de mis entrañas era acompañado por un sentimiento de placer nunca experimentado. Un placer ajeno al sexo. Un placer que me hacía flotar dentro de mi ira. Que me invitaba a salir corriendo aunque hiciera rato que se había ido. Quería que volviese, lo quería con toda mi alma. Pero a la vez... no!, A la vez y al mismo tiempo quería que volviese. Estaba ganando. Estaba triunfando y yo ya no podía hacer nada. Tenía que rendirme pero no sabía cómo.

Calma. Llegó la calma a la habitación. Cerré los ojos y comencé a respirar con tranquilidad.... Irracionalmente mi corazón comenzó a latir de nuevo, rápidamente, tan rápido que me moría.

Amor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario